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José Luis Moro

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José Luis Moro– Miembro Honorífico de Smile Festival 2019

José Luis no quería ser creativo publicitario. Quería ser estrella del pop. En los años en los que debía estar preocupándose por su futuro profesional, lo único que le interesaba era encerrarse en su habitación a componer canciones imitando a sus ídolos de aquella época, Alaska y los Pegamoides, Los Nikis, El Aviador Dro y sus Obreros Especializados, Glutamato Ye-yé y muchos otros grupos de los que Tierno Galván bautizaría, como Movida Madrileña.

Por suerte, en uno de los escasos accesos de pragmatismo que ha sufrido a lo largo de su vida, al terminar el colegio decidió que más le valía empezar una carrera y a falta de otra ocurrencia mejor, se matriculó en Derecho en la especialidad E-1, Letrado asesor de empresas, en la Universidad Pontificia Comillas de Madrid (ICADE).

A los tres años de empezar a empollar insoportables tochos jurídicos, inexplicablemente y todo hay que decirlo, sin que hubiera hecho demasiado esfuerzo por conseguirlo, una compañía de discos se interesó por sus composiciones. Ante la necesidad apremiante de elegir un nombre artístico, opto por evitar el suyo propio para no avergonzar a su familia y así nace Un pingüino en mi ascensor.

En 1987 graba su primer disco. Al principio era el solo, ayudado por la precaria tecnología musical de la época, luego empezó a fichar otros músicos para acompañarle. De algún modo, fue como crear una empresa con 20 años, una empresa en la que José Luis era el productor pero, tenía que tomar decisiones cada día respecto a las giras, los lanzamientos discográficos, promociones… El caso es que aquél primer álbum, tuvo su éxito y tras él vendrían otros tres. Aunque le dio tiempo a terminar la carrera y licenciarse en Derecho, pasó aquellos años recorriendo los pueblos de España y actuando en los escenarios más variopintos. Una experiencia absolutamente impagable.

No obstante, en 1991 llega un nuevo acceso de pragmatismo y decidió que había llegado el momento de decir adiós a la música y buscarse otro medio de subsistencia. Afortunadamente, sus ingresos de esos años anteriores le permitieron vivir de las rentas durante una buena temporada y así pudo empezar de cero en otra cosa totalmente distinta. No tenía ni idea de lo que eran el marketing ni la publicidad, pero le atraía mucho, así que pensó: ¿por qué no?

En 1992 consigue su primera oportunidad en el universo publicitario: un training en el departamento de cuentas de Contrapunto. Le bastaron pocos meses para darse cuenta de que como ejecutivo, era un completo inútil y que lo que le apetecía de verdad era entrar en la parte glamurosa de la agencia: ¡el departamento creativo! Tras insistir mucho, lo logra en 1995. ¡Ya es  redactor en Contrapunto!

En 1996, alguien en Remo, una agencia de la que todo el mundo estaba empezando a hablarse fija en su trabajo y recibe una oferta. Empieza como redactor. A los dos años le nombran Director Creativo y en el año 2000 le asignan la dirección de todo el departamento.

Es Director General Creativo de Remo hasta febrero de 2014. En ese momento, decide montar su propia agencia de publicidad, Pingüino Torreblanca, asociado con Pablo Torreblanca, con quien compartía la dirección creativa de Remo desde 2008.

Empezaron de cero, sin socios capitalistas, sin clientes… pero con unas ganas tremendas de demostrar que su forma de entender el negocio podía gustarle a mucha gente. A los seis meses de fundarla, con solo 5 personas en plantilla, les conceden el Premio Ondas a la mejor Agencia de Publicidad en Radio.

Poco a poco, empezaron a crecer  añadiendo anunciantes más grandes a su cartera de clientes, El Corte Inglés, Cruzcampo, Bankia, Amazon, Yoigo, Multiópticas,…

Hoy, cuatro años después de su creación, Pingüino Torreblanca es una de las agencias independientes más premiadas y reconocidas del país.

Y hablando de premios… eso que todos decimos que no importa mucho pero luego colocamos encima de la chimenea para que se vean bien, obtuvo a lo largo de su carrera como creativo unos cuantos: 4 leones en el Festival de Cannes, más de 25 soles en el de San Sebastián, más de 120 piezas en los distintos anuarios del Club Español de Creativos, 11 Premios Ondas

Pero lo que más orgullo le produjo es lo que siempre dicen de él sus hermanas: “A José Luis le pagan por hacer las mismas tonterías que hacía de pequeño en su cuarto”. Eso es tener éxito en la vida.

Tener una agencia consume bastante tiempo, pero de vez en cuando le queda un poco de energía para otras cosas. En el mismo año publicó una novela negra, “Era tan suave”, protagonizada por personajes de la publicidad.

En cuanto a Un pingüino en mi ascensor, nunca desapareció del todo. De hecho, acaban de celebrar su 30 aniversario, siguen actuando los fines de semana y auto editando discos.